El último trovador occitano vivió en el siglo XX y escribió novelas sobre la desaparición. Una perla para buscadores de tesoros.
Al narrador le quedan como mucho tres meses de vida y los pasa en completa libertad compartiendo charla y vino con personajes variados. A medida que pasan los días, va cobrando conciencia de que su lengua morirá con él. “El libro que escribiré será el último… Una literatura nunca se termina con una obra maestra…” Sin embargo, El libro de los finales está escrito con la evidente intención de negar esa sentencia, afirma Edgardo Dobry en su posfacio.
Han dicho
Reseña de Sebastià Perelló a Núvol
Reseña de Josep Lambies a TimeOut
Reseña de Marina Espasa a l’Ara